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jueves, 23 de julio de 2015

La primavera la sangre altera.

Tiempo de estabilidad atmosférica, días en los que el agua parece una balsa de aceite, superficie calma, más propia de aguas interiores, pero algo a lo lejos  zigzaguea en la superficie ,perturbando el silencio y la monotonía del lugar. 

En efecto como muchos habéis pensado se trata de un señuelo de superficie, en este caso un paseante.

En esta época en la que los grandes róbalos han desovado ya vuelven a entrar en actividad con los calores de la primavera, aunque son especies más invernales, se activan bastante en estos meses previos al estío, el motivo, según mi parecer es la entrada de los cardúmenes de peces pasto, boquerones, pejereyes, caballas y demás delicatessen que enloquecen a las lubinas, también las lisas se solean mucho en esta época, por lo que lanzar entre ellas y animar el señuelo suele dar buenas picadas. Así las entradas de los puertos y escolleras serán lugares idóneos para intentar hacernos con alguna buena lubina.

En esta ocasión salí no muy temprano, serían las 8 cuando ya el sol calentaba el gran azul, cuando me puse a dar cañazos. Había muy poca actividad , apenas alguna alacha saltaba de vez en cuando cebándose de alevines.

Las gaviotas me tenían nervioso, no paraban de abalanzarse sobre el señuelo teniendo que dar grandes tirones para evitar que lo agarrasen, en ocasiones eran varias las que se disputaban el señuelo.

 En uno de los lances nada más caer el señuelo una gaviota se tiró a por él, le dí un fuerte tirón sacando el señuelo del agua y en cuanto tocó la superficie una preciosa picada bastante lejos me pilló por sorpresa, era un róbalo muy bonito, que me ofreció una digna lucha en superficie.

Esta modalidad tiene algo que la hace especial, y es que ver como atacan los peces es algo realmente emocionante.

Tras la foto de rigor unos cuantos lances más y para casa, la actividad era nula y el trabajo estaba echo, con éste buen róbalo me dí por más que satisfecho y me fui a casa con buen sabor de boca.